viernes, 19 de diciembre de 2008

ESPERANZA INQUIETA

Se está bien en la cama. Abro los ojos. Perezosamente, me pongo en pie y salgo a la terraza.¡Hola día! ¿Qué me deparas? El sol deslumbra. El viento, helado, aúlla. Estoy rara. Desayuno, ducha, orden en la casa….la once. Necesito moverme. Paseo, compra, charla con una vecina…las doce y media. Sigo inquieta. Me voy a la piscina, unos largos me calmarán. Ya en el borde, me lanzo de cabeza y el agua, tibia, roza mi piel con la suavidad de una pluma. Siento frío y calor a la vez. Salgo a la superficie y nado, con rabia, hasta agotarme. De poco me ha servido. Voy a secarme y vestirme. Comeré fuera. Luego, me iré al cine. ¿Qué hay sobre mi toalla?... parece… es una corbata blanca… alguien la olvidó. Curioso… está escrita… “ Tiempo muerto. A las cuatro en punto tendré el ordenador en marcha. Quiero hablarte. Por favor… Mrcs.” ¡Valiente payaso! ¿Como demonios sabrá por donde me muevo? Miro alrededor. Apenas quedan diez personas en el recinto. Nadie conocido. Termino de arreglarme, recojo mi bolsa y salgo a la calle. Vuelvo a echar un vistazo, pero, sin resultado. Camino, rumiando comos y porqués, sin prestar atención hacia donde voy. Cuando me doy cuenta me encuentro delante de la puerta de casa. Son las tres y cuarto. Durante un momento dudo si entrar o marcharme. El hambre, la hora y las ganas de saber deciden por mí. Paso a la cocina y me preparo un bocadillo mientras canturreo. El reloj marca las cuatro menos cinco. Enciendo el ordenador. Segundo intento Marcos, espero que tus razones sean creíbles

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