El teléfono móvil suena advirtiendo de la entrada de un mensaje. ¿Quién será a estas horas? Veamos…
-- Hermanita, regreso al hogar. ¿Tienes un hueco para mí? Besos. Nacho.
-- Seguro. ¿Vienes solo o acompañado? xx Diana.
-- Solo. Llegaré mañana por la tarde, sobre las ocho. Espérame en casa.
-- OK . Aquí estaré.
Me caigo de sueño pero antes de ir a dormir tendré que revisar mis existencias de comida y bebida. La nevera vacía, el congelador también y el armario de provisiones… pidiendo a gritos que lo llene. Si dejo preparada la lista de lo que necesito, podré hacer la compra, temprano, en un par de horas, ordenar este desastre de casa, comer y cocinar un menú de primera para la cena. Allá voy. Perfecto, ya está terminada.
Nacho y yo somos gemelos y siempre nos entendimos bien; ahora le siento casi un extraño. Seis años de sonados devaneos con parejas absurdas, su matrimonio con esa anciana que le dobla la edad, su comportamiento inestable… No es por dinero o aburrimiento, de eso estoy convencida. Hay algo más. Creo que, en cuanto llegue, le someteré a un interrogatorio de tercer grado y acabará confesando. En fin, a la cama Diana que mañana ya es hoy.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
El mañana siempre es ya hoy. No en vano no importa saber sino creer, que muchas veces es lo mismo que querer.
Gracias por tus visitas (además me da la sensación de conocerte aunque no se quien eres).
Curiosa coincidencia nominal...
Me conoces.Octubre,una biblioteca, dos dias de clase y una mayor-mayor protestona.
Cierto, es curiosa... quizá seguimos senderos similares.
Nos visitamos.
Publicar un comentario